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luminada la llamaban, pero en la escuela sus compañeros se burlaban. Su abuela le contó que su madre al estar embarazada miró a la luna y por eso, ella nació con un ojo blanco. Tenía que esforzarse mucho más que los otros niños y niñas en la escuela. A veces lloraba a solas y la única que le consolaba era su mamá, quien le decía:
-Un ojo es más poderoso que los dos juntos.
Poco a poco el ojo blanco le comenzó a molestar y sus padres pensaron que su hija iba a quedar ciega. Fue entonces, que la volvieron a llevar al oftalmólogo para su control. Así, al cabo de un mes y por recomendación del médico, a nuestra amiga le colocaron un ojo de vidrio, pues el que tenía, le causaba mucho dolor. Después de tres semanas de reposo, los padres de Iluminada se acercaron a la escuela para hablar con la maestra sobre la salud de su hija, dado que aún no debía hacer tanto esfuerzo. Poco a poco la niña se fue acostumbrada al nuevo ojo y en el colegio también. Debido a ese hecho, sus compañeros la cuidaban y hasta la engreían tomándole fotos, que luego colocaban en una tarjeta acompañada de una frase cariñosa. Sin embargo, ella tampoco se quedaba atrás, como era rápida resolviendo operaciones matemáticas, ayudaba a sus amigos y amigas. Además de hacerles los dibujos de la clase de arte. Fue a raíz de las quejas dadas por la profesora, con respecto a la conducta de Iluminada, que sus padres le regalaron muchos lápices de colores, crayolas, plumones, temperas, pinceles y cartulinas. Así como, el hecho de matricularla a talleres de dibujo y pintura en las vacaciones.
Con el paso de los años, estudió artes plásticas, fue pintora, maestra de arte, y siguió viendo el mundo con un solo ojo. Pero sobre todo, cuando se casó y estuvo embarazada, ya no miró a la luna .Ahora ella miraba y amaba al ser que llevaba en su vientre.
Autora: Roxana Hoces Montes
21/06/2016
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