Corina, la niña que se ríe y se orina
ada vez que se reía orinaba, hasta cuando soñaba en algo alegre la cama amanecía mojada. Ya tenía setenta calzones, por eso su mamá le había prohibido reírse, sin embargo el papá amaba su risa, pues llegó a decir que "La casa parece un cementerio sin la risa de nuestra hija". Así que un día decidió invitarlas al teatro para que se divirtieran un poco. Al principio todo iba bien, hasta que en la mitad de la obra a uno de los personajes se le cayó el pantalón… Fue entonces que Corina 💃 no paró de reír e inundó toda la sala del teatro y tuvieron que llamar a los bomberos y una ambulancia llevó a la niña al Hospital, donde el médico le recetó unas pastillas llamadas "tristezinas"; además recomendó a los padres que cuando su hija creciera eligiesen una profesión con mucha seriedad. Sin embargo ocurrió que la niña de diez años ya no podía salir de su casa, porque le comenzaron a doler los huesos y a veces no podía caminar. Fue entonces que sus padres prefirieron mil veces que su hija ría a que deje de caminar, así que dejaron de darle las pastillas y, por sugerencia de la maestra de Corina, la matricularon a un taller de teatro que la ayudó poco a poco a tener más confianza en ella misma, pero sobre todo aprendió a entender a sus padres.
Roxana Hoces Montes
17/08/2016
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