La ardilla caminadora
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¿ú puedes caminar, acaso? - le decía una ardilla a su compañera, pero no corras tanto, que casi vuelas y ya me duelen piernas y brazos
Camina, camina, sígueme el paso - Le contestaba la ardilla caminadora no ves que caminar a toda hora nos brinda salud y bienestar y así podremos disfrutar de una vejez encantadora.
Yo como que prefiero la mecedora Y salir a caminar de vez en cuándo Y así cuándo tú vayas llegando Cansada ya de tanto caminar Yo estaré esperando tu regresar Con mi actitud calmada y amorosa Aunque vengas cansada y sudorosa Mi beso y abrazo no te habrá de faltar.
¡Vamos, compañero!, replicaba la ardilla ¡Vamos, hagamos de la vida un largo camino! ¡Que sean nuestros pies eternos peregrinos y el final del sendero una luz que brilla, que así la vejez, modesta y sencilla cuando la vida llegue a plenitud, estaremos llenos de salud y entonces disfrutaremos de la silla!
La historia tuvo el final anunciado Después de muchos años de caminata, la ardilla disfruta de una vejez grata y su compañero enfermo y acostado… Por ésta experiencia que he observado a todos aquellas ardillas que merodean el bosque exhorto a que acompañen su consorte cuando salga a caminar por el poblado.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
04/12/2009
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