Cosechando lo sembrado
apá, ¿puedo decirte algo?
No.
Sólo una pregunta
No.
Ah ya sé, ¿estás ocupado?
Sí.
Luego hubo un silencio, que fue roto por el sonido de uno pasos y el golpe seco de un portazo.
¿Te disgustaste?
Sí.
Ven, vamos a hablar
No.
Luego hubo otro silencio. Esta vez no se rompió.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
15-02-2010
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