oy invisible como el viento, pero notareis mis efectos cuando me llaméis. A veces soy breve, casi fugaz; otras me prodigo en el tiempo y en el espacio como una noche boreal. Puedo caminar de flor en flor, volar por los cielos y también ir más allá de las estrellas. Nazco de los cuentos de niños, y de la ilusión que ponemos en nuestros actos; y, por supuesto, vivo en el suspiro del bienestar, en esa mirada limpia dirigida hacia el horizonte de una tarde otoñal. Digo que soy como un pajarillo iridiscente que entre las manos acariciamos para, que con ello, también nosotros sintamos ese mimo depositado en la caricia, notemos ese rayo de sol al despertar. Y siempre estaré presente y me moldearé como una almohada a la cabeza del durmiente, y, hablando de dormir… ¡soñaremos! y, soñando, todo lo podemos conseguir, pues de mí todo cabe esperar ya que soy el pensamiento de tu mente.
Autor: J. Francisco Mielgo
23/07/2010
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