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La reflexión del pobre loco

 

 

 

     - Un dolor en los sufridosn dolor en los sufridos y en los que no sufren.

 - El aullido que escuchan los insensatos, proveniente del fondo de un compromiso.

 - Un santuario para ser visitado. Poco a poco, sin atropellarse.

 - Un fantasma en la escalera, bajando despacio, transparente, con alguna que otra mancha de la brocha de algún pintor desaprensivo.

 - Una premisa que se olvida. Ya hace tiempo, mucho tiempo.

- El accidente en el cielo, con los ángeles tremendamente asustados.

 - Mil amores olvidados. Mil llamas en la negra distancia, producidas por las velas del deseo.

 - El niño que llora en un rincón, entre colgantes telarañas que van limpiando su dolor y le arropan del frío.

 - Aquel despacho habitado por los fantasmas de las viejas bibliotecas, prodigiosos hijos de los libros errantes.

 - El limpio y brillante reflejo de las aguas turbias.

 - Cien velas encendidas. Cien llamas enceguecidas de los ojos que te miran.

 - Mi ciudad poluta y oscura donde siempre brilla el humo y se respira el aroma de los escapes que te cuidan.

 - El vaho de los espejos, que seguiremos garabateando con el dedo una y otra vez en este tiempo frío de invierno.

 - Las viejas estrellas de la noche, esas que tal vez intente contar algún día.

 - Lloviendo a mares, pero siempre agua dulce.

 - La rosa que se cortó ya no nacerá más, solo permanecerá viva en la retina de nuestros ojos.

 - Aseando la mentira, para que no se observe tan fácil.

 - La boca del lobo abierta, donde siempre ronda la oscuridad y el frío brillo de sus dientes.

 - Hay unas montañas perdidas en la distancia. Una sensación de cosas inalcanzables es lo primero que me viene a la cabeza.

 - El vetusto ogro de los cuentos infantiles, posiblemente, fuera de papel, como las palabras con las que yo ahora pretendo expresarme.

 - El ojo que me mira tras una rendija. Esa curiosidad que no deja de parpadear hasta que todo se acabe.

 - Con las cadenas rotas ondeando al viento. ¡Libres! Como si fueran de un metal tan liviano que volaran.

 - Invirtiendo los caprichos caemos en las necesidades.

 - Piafan los caballos, dejando ancladas en el barro sus huellas duraderas.

 - Se han ido las nubes errabundas del cielo en que nacieron, buscando ese lugar que siempre está en los sueños, pero que pocas veces se encuentra.

 - ¡Ese olor delicioso que rememora mi pasado!

 - ¡Mira qué brumas, coloreadas, nos manda la aurora boreal para que seamos capaces de recordarla!

 - El mar, con todo su esplendor, muchas veces no perdona. Quizás es demasiado rencoroso por cuanto le estamos haciendo.

 - La justicia perdió su balanza y, para más rabia, le destaparon un ojo.

 - La moneda de la suerte tiene una sola cara, una sola caída en el desenlace del destino.

 - Las cartas perfumadas que hablan del amor y de la paz, siempre en odiosos tiempos de guerra.

 - Hay unos buitres, repugnantes y pelados, que se posan sobre las cabezas de los indeseados.

 - La nostalgia se viste de gala para volver a visitarnos.

 - Oigo los ruidos y cuchicheos que no se han dicho sobre la mentira.

 - Las tejas goteando con la densa lluvia de calamidades.

 - Una estupidez se convirtió en gloria para luego recordarla.

 - La caja de Pandora es una artimaña o, por lo menos, una invención muy bien urdida y atesorada.

 - El Universo es un delirio argumental en toda su extensión, que es mucha.

 - Abre el voluminoso libro de las injusticias. Ahora, busca y lee la página que más te plazca.

 - Tal vez algún día veamos a nuestro Dios, cuando decida no esconderse más.

 - Chupando de la misma teta, tarde o temprano, todo se acabará.

 - Ya hierve el pote de los conjuros para que todos seamos más felices.

 - De niño vi volar los pájaros que me gustaban. Ahora es raro que mire el cielo alguna vez.

 - Oímos murmurar la hojarasca cuando la pisamos como si quisiera decirnos algo.

 - Todas las habitaciones están vacías, adornadas de telarañas y de huellas ya olvidadas.

 - El perro que ladra en la noche; que siempre ladra, aunque sea de día.

 - Las tierras estériles hace ya tiempo que se enfadaron con nosotros. Un enfado que ya no nos preocupa y tenemos olvidado.

 - Los duendes vienen a darnos un beso en silencio y después se van alborotados por las invisibles escaleras de caracol que llevan a su reino.

 - Los mismos sueños cifrados que nunca lograré entender. Las mismas malas noches en las que dormir para tenerlos.

 - Las brujas que se esconden en armarios, en viejas chimeneas o bajo las faldillas de las mesas para que adivinemos por dónde saldrán hoy a hacer sus fechorías.

 - Antenas a raudales sobre las que se posan negros cuervos, que ya forman parte del patrimonio urbano de nuestros barrios.

 - Los gatos, que aparecen por los tejados y luego se marchan maullando y riendo, es como si formaran parte de un fugaz encantamiento y no de una simple rutina.

 - El niño que se meaba la cama. Que también a todos nos meaba, estuviéramos cerca o muy lejos de él.

 - Las chimeneas nos ahúman todos los días para recordarnos que está aquí el invierno, colgado del aire.

 - Ese búho nos traerá suerte si lo acariciamos, si somos capaces de encontrarlo en la oscuridad de la noche.

 - Las piedras son duras y no deben cocerse mucho para tratar de sacar su suavidad.

 - Un sabio hace su profundo razonamiento y, ni él mismo logra explicarlo, perdiéndose en la amplitud del concepto.

 - Las farolas son el mundo justo de sus bienamadas polillas.

 - Me asomo donde puedo sin sentir vértigo de nada.

 - El agua que refresca el acalorado comportamiento que siempre llevaremos a cuestas.

 - Es un fastidio aguantar la respiración, y un delicioso alivio terminar ese tiempo que se está sin respirar.

 - ¡Pobre de mí, que nunca me dijeron nada acerca del cuerno de la abundancia!

 - Los que tenemos frío y no sabemos taparnos con la misma manta.

 - Aquél que mira y no ve se acerca a tocarnos con esperanza.

 - Los escritos apócrifos fueron incinerados. Ahora, sus cenizas, son difíciles de leer y demasiado incomprensible lo descifrado.

 - Las terribles fauces del animal que siempre está hambriento.

 - La que estaba desposeída no tenía vientre para engendrar.

 - Aúlla el foso de los lamentos, allí donde los hemos ido metiendo.

 - El palacio de nuestros sueños nunca pasó de los primeros cimientos.

 - El aire frío que recorre nuestro cabello, que luego se escapa tras habernos acariciado y atusado.

 - Un papel blanco, muy blanco, donde nunca se escribió nada.

 - Tengo un jabón que nunca he usado, el jabón que lava nuestras impurezas ancestrales y la costra de nuestros males.

 - Siento la sed insoportable de un deseo huidizo.

 - La pequeña tortuga que camina despacio también llegará a su lejano destino. Aunque tal vez se haga vieja por el camino.

 - La odiosa televisión, que siempre nos muestra las cosas que no deberíamos ver.

 - Y perlas encadenadas, blancas y negras.

 - Una melodía muy bella que tal vez nos haga recordar lo que fuimos.

 - Cajones abiertos, guardando en su interior las cosas que nos van avergonzando.

 - Seculares bosques que esperan nuestra llegada, que siempre vamos demorando.

 - El reloj ufano que detuvo su marcha con la pretensión de acabar con el tiempo acabó, realmente, con la paciencia de su dueño, que lo estrelló contra el suelo.

 - Una hoja del árbol de los caprichos flota en el aire, con alguno que otro grabado en su memoria para que no los vayamos olvidando.

 - El trotamundos incansable que va dejando sus huellas por todas partes, a destajo. Son simples huellas que se van borrando para no aparecer más en el camino de los encuentros cruzados.

 - ¿Por qué te sientes culpable?: En cierta medida tal vez lo seas.

 - Una lágrima cristalina se le escapó a aquel que no tenía corazón.

 - Ahora estamos viendo lo que antes sólo oíamos.

 - Y tejió una telaraña de codicia enorme, donde atrapaba a sus presas.

 - Ese hombre pensativo, haciendo sus cábalas, sabiendo que no podía ir más allá de la pura teoría.

 - El grillo de la caja de cartón no cesaba de cantar a la llegada de la noche. Parece que la prisión no podía con el ingente ánimo de la pequeña criatura.

 - Rodeado de charcos, y charcos en los caminos. Lleno de charcos en las tierras baldías y donde también brillaban las espigas. Charcos que parecen subir al cielo y esparcidos en las mañanas estivales. Charcos que vamos pisando para quedar hundidos en ellos.

 - Pinturas irreales en suntuosos cuadros, que reflejaban el desequilibrio artístico del ánimo.

 - En el horizonte todo se desvanece. Las cosas parecen quebrarse y el entorno se tiende a ablandar. Hay tal lejanía, que todo parece marcharse y nada se puede agarrar.

 - El gran presuntuoso, que dice ser capaz de contar los granos de arena de un enorme desierto.

 - Y las erosionadas columnas de altos templos, de viejas civilizaciones, de pasados esplendores y de ilusiones ya olvidadas.

 - En un sólo punto cardinal se pierde la noción.

 - Esqueletos errantes, descarnados atrozmente por nuestras laboriosas ansias de posesión.

 - El cáliz de los sinsabores, donde todo aquél que bebía después se compadecía.

 - Altas murallas, ufanas de custodiar algún misterio al otro lado.

 - Viejos místicos, maestros templados. Sabios reticentes que viven en el preludio largo y reflexivo de una vida espiritual.

 - La fruta demasiado madura se va pudriendo; la joven, prefiere tardar mucho en madurar.

 - El dragón que nunca has visto se ha burlado de ti, escondiéndose demasiadas veces.

 - La nieve crujiente, lista para ser pisada, para ir de un lado a otro marcando una vistosa trayectoria.

 - ¡Pobre del pobre de quien se ha ido riendo la gente!

 - Las cartas que predicen el futuro lo tienen tan reservado que es difícil arrancárselo.

 - Una larga serpiente que se enrosca sobre el febril y lo hace estremecer.

 - Las invisibles campanas tañendo de invisible, pero reflejada alegría.

 - Una pieza perdida del rompecabezas de la vida.

 - Un jeroglífico indescifrable nos habla de verdades y de aquellas cosas que resolverían nuestros males.

 - El asno que quería agradarnos y ser amable con nosotros sin saber que sus palabras eran sólo torpes rebuznos.

 - Aquella hucha de barro que guardó las monedas un día la rompimos sin haberle dado las gracias por habernos hecho menos derrochadores.

 - ¡Feliz aquel que no puede salir más allá de los asuntos triviales!

 - Un río afónico que perdió la voz de sus aguas, cansado ya de arrastrar tanto desperdicio.

 - Y un tonto chascadillo que nos decían al oído.

 - El estridente y agudo pitido de un tren en la distancia, en la sombra del recuerdo de mis amados viajes.

 - Los susurros sinuosos que viven en oscuras caracolas.

 - Cien escudos protectores del reflejo de las espadas enemigas.

 - Y cien jarrones vertiendo agua donde siempre habrá abundancia.

 - Mira y repara en esa orilla difusa, en esa tenue medianía de los caminos sin retorno.

 - Cosas desagradables de un laberinto inacabable.

 -  Un zorro listísimo que se quedó sin los huevos que la gallina ocultó.

 - Asuntos felices para contar a diario.

 - El viejo barco, zarandeado por las olas, ignora que aún no ha llegado la verdadera tempestad.

 - Quienes elucubraron a deshora elaboraron maquiavélicos planes.

 - La liebre que siempre ganaba la partida se jactaba de que no tenía rival.

 - Vi a aquel gusano gordo y apestoso hecho de manzana, ¡de tantas como había comido!

 - Las célebres tejedoras que hilaron un castillo entre las nubes, con sus altas torres. Y bordaron de lujo sus paredes de oro en radiantes colores.

 - Las sutiles y etéreas hadas de los bosques que ya sólo existen en nuestros sueños.

 - Me asomo al espejo y compadezco a la imagen inusual que aparece delante de mí.

 - Un trabalenguas insoportable que jamás lograré pronunciar.

 - Una niebla muy cerrada se vierte sobre la población para absorberlos a todos en el abstractismo, confundirlos, supeditarlos... Un gran baño de misterio que entrará a formar parte de los anales de este misterioso lugar de la conciencia.

 -  Las odiosas preguntas que todos tememos que alguna vez nos hagan.

 - Al agradable calor me acerco mientras el frío indecible queda fuera, para todos aquellos que no han podido decir que no.

 - Una mariquita coqueta y estúpida que vivía bajo la suntuosa sombra de una seta de colores y creía ser la reina de todo el mundo hecho a su medida.

 - A veces yo también he oído hablar de la ciudad de las sombras; pero, afortunadamente, no he tenido intenciones de ir a visitarla.

 - La Biblia nos revela pasajes inverosímiles, pero no por ello dejarían de ser ciertos.

 - La gran bola de cristal donde se urden los hilos que más tarde moverán el mundo.

 - Hay una luz en la distancia de la negra noche. Si no es una estrella, ¿qué será?

 - La charca donde se refleja la luna, donde las estrellas parecen saciar su sed, donde permanece el embrujo de nuestras miradas hasta la llegada del nuevo día.

 - El antiguo espíritu de la locura que ora viene y ora se va, sin encontrar por fin el camino que lo lleve lejos de nosotros.

 - Volviendo a venir significa que ya he estado aquí. Pues, ¿para qué hube de venir la primera vez sino para marchar?

 - Y cien canciones mal entonadas que recorren el aire gris.

 - El pequeño gnomo, que recorre mis sueños con un librito en sus manos, contándome un cuento cada noche.

 - Hay un horrendo monstruo al acecho, dondequiera que se encuentre.

 - Las piedras mágicas, que rodaron ladera abajo desde el vientre de una montaña.

 - Cien mariposas vuelan a mi alrededor, en una inmensa y satisfecha tarde de primavera.

 - Sin gafas no veo. Con ellas veo poco. Acaso mi enceguecida visión esté más en mi mente que en mis ojos.

 - El pez que no se deja acariciar porque siempre se resbala.

 - Sé que hay unos agujeros grandes y pequeños que entran en la tierra. Y el miedo se va por ellos y desaparece.

 - Grandes cabezas para simples pensadores.

 - Hoy he venido del país del olvido para acercarme a vosotros, que vivís en el recuerdo.

 - Un osito de peluche, pequeño y sedoso, al que dábamos grandes abrazos o arrojábamos contra el suelo, ya que solía tener la culpa de todo lo que nos acontecía.

 - En las simas profundas, donde todo lo que allí se tira se espera que no pueda volver a subir.

 - Hay verdades que no siempre son tan claras y mentiras que permanecen demasiado tiempo en la inocencia.

 - El tiempo nos dará la razón si antes no nos la ha quitado.

 - El prodigioso payaso de colores, que era capaz de caminar sobre el arco iris ante el asombro de todos.

 - Se oye el canto del gallo y todos nos hacemos la misma pregunta.

 - El corazón noble que nunca fue agraciado con el premio que merecía.

 - La cesta que recogió los frutos, amargos y dulces, guarda los olores añejos del sabor de los mismos, en algún lugar del desván de mi memoria.

 - El dado de las mil caras con sorpresas inimaginables, esperando el lance de tu mano.

 - Un ceniciento muñeco viviente que se escapa todas las noches, difundiéndose con la oscuridad reinante y los misterios adyacentes.

 - La más pura fantasía, elaborada con sus extraordinarias manos de seda, cual invisible araña tejedora de la extraordinaria imaginación.

 - El dominio era su gran deseo, y también su gran infortunio, sabiendo que no poseía el tesón suficiente para lograrlo.

 - Una enorme carcajada me persigue en sueños. Y, al despertarme, me pregunto qué desliz he podido cometer.

 - Y veo la cigüeña que mentaron en mi infancia, la que suele escurrirse al interior de los cuentos infantiles.

- A veces me pregunto hasta dónde podría llegar si dispusiera del camino suficiente.

 - Has urdido la alfombra mágica y con ella vuelas por el cielo, recorres grandes distancias, visitas ocultos lugares… Procurando siempre que no se deshaga el hechizo y todo se venga abajo.

 - Oigo el burbujeo del puchero en la lumbre y pienso que no soy digno de ese plato de sopa.

 - Y aquel borracho que decía tener pagado el porte para siempre viajando agarrado a la cola de un cometa.

 - Los libros que fascinaban, guardados y custodiados para que nunca nadie los leyera.

 - Mil pedazos corrompidos de un todo duradero.

 - Sé que hay una visión profunda en la más leve simplicidad.

 - Las profundas raíces, que me hacían permanecer por más tiempo en el mismo lugar.

 - Los hechos banales no son tan livianos como me quieren hacer creer.

 - Y caperucita huyó del lobo en más de una ocasión, por inacabables senderos en el bosque.

 - Aderezado todo con flores, grandes y pequeñas, exóticas o cotidianas. En ese gran jardín abierto a la primavera.

 - Una cuerda larga, anudada en los extremos para no dejar ningún cabo suelto.

 - La princesa prometida, que vivía en la prisión de la hoja de papel en la que la habían pintado.

 - Dando tumbos para acá y para allá, como una peonza enloquecida, viviendo una increíble agitación que es imposible pronosticar cuándo acabará.

 - Colecciono los dientes de un gran dragón a ver si así soy capaz de volver a morder la sinrazón y no me parta los míos.

 - Un último deseo… ¡y todo se complica!

 - Detente y descansa cuando ya no veas el horizonte, cuando el arrebol ya se haya ocultado y la noche venga a por ti.

 - Es el examen para saber de tu antiguo valor y tu osadía, de tus réplicas cobardes y la farsa que en ti había.

 - Cien puertas abiertas, con umbrales entre dos mundos.

 - Hoy hemos dejado de lado lo que siempre tuvimos presente.

 - Ahora que lo pienso, soy un simple y olvidado ser que ya nadie menciona, que nadie tiene presente, que sólo estoy colgado en el hilo de un pasado que pudo o no haber acontecido.

 - El tonto que pisó tantas veces el rastrillo como tantas veces se dio con él en las narices.

 - El águila que volaba en el cielo de nuestra niñez, y la que sigue volando ahora en el recuerdo, para decirnos que sí estuvimos allí.

 - Por este agujero se ve el atardecer y la partida de todos los deseos que madrugaron temprano.

 - Hubo alguien que construyó una idea en la luna, todo lo alejada posible de la gente para que nadie se adueñara de ella.

 - Cuando pudo salir dijo arrepentirse indeciblemente de haber entrado.

 - La pequeña estrella de mar que solía brillar por las noches entre la espuma de la playa, entre la arena, que era su particular universo.

- Ahora somos lo que nunca supimos; tal vez un día seremos lo que ahora ni nos imaginemos.

 - A ese que siempre ha tenido abundancia, que sólo ha tenido abundancia, será más desgraciado cuando la escasez llame a su puerta.

 - De alguna forma, en alguna medida: todos estamos hechos del mismo patrón.

 - Sabemos que unos ojos indelebles nos observan a diario y sabemos también ignorarlos como si no hubiéramos reparado en ellos.

 - Ojalá nos volvamos a ver, ahora que nos miramos.

 - Hay un gran sentimiento donde una vez hubo un profundo vacío.

 - Quizás nos enamoremos cuando nos hayamos conocido y poco después ya nos odiemos, hartos de conocer nuestras imperfecciones.

 - Salí un día en busca del unicornio y no lo hallé en parte alguna. Tal vez debería buscar en el interior de ese deseo que suele ir disfrazado a mi lado, siempre punzándome con el dolor de la fantasía.

 - Con cien ojos de lechuza, escudriñando el cariz de la noche y todos lo caminos que de la niebla surgen hacia mí.

 - Aquella echadora de cartas que se durmió en los laureles, sin predecir lo que le iba a ocurrir cuando esto sucediera.

 - El sagrado salmo, que vamos diciendo entre dientes, por si alguno de sus pasajes toma un giro olvidadizo y alguien se da cuenta de ello.

 - Había una vez un árbol que cambiaba sus frutos al anochecer. Cuando amanecía ya era otra cosa, nada relacionado con el día anterior. Solía despertar cargado con los frutos que todos anhelábamos, los mismos que nunca terminarían por saciarnos.

 - Solemos ser raudos cuando no nos miden el tiempo con un mismo rasero.

 - A veces creo en la desolación, cuando no puedo afrontar con entereza las negligencias de los demás.

 - Arderemos en el fuego eterno de la Historia, para, simplemente, convertirnos en meras cenizas pasajeras.

 - Oprimidos, menospreciados; ignorantes de que lo estamos.

 - E hizo un surco en derechura al mar y en él sembró todos los sueños que cupieron.

 - Sentémonos y analicemos. Esperemos que haya servido de algo para cuando nos levantemos.

 - El odio y el rencor bajo una piedra poderosa están. Sabemos que muchos pasarán a su lado y les dará por hurgar.

 - Es el eterno sueño inolvidable de un lugar inmarchitable.

 - Cada vez que miro el bosque, entre las sombras de las encinas, veo un conejo sabiondo con un libro en sus manos, las orejas enhiestas y la lección explicando.

 - El incauto que sopló y sopló y no consiguió mover las cosas de su sitio.

 - Esta vez escucha lo que siempre han tratado de decirte.

 - Y el que corra a cuatro patas llenará de huellas el camino.

 - Hemos tratado de averiguar la desmesura de la codicia, sin haber logrado entenderla y quedando atrapados por ella.

 - Y cien banderas, con el legendario emblema de la discordia.

 - Ya que estamos, averigüemos por qué hemos venido.

 - Hubo una vez algo que sólo duró un instante, pero que siempre recordaremos.

 - En atención de aquello que se nos reveló mandamos un saludo, ahora que somos menos ignorantes.

 - Las causas que nos motivaron a hacer lo que jamás creímos oportuno. Como la ceguera, que solo nos permite ver nuestros devaneos.

 - A veces la flauta no suena sólo por casualidad.

 - Ruidos normales de un silencio extraordinario.

 - El oro que cubre las nubes y la codicia del que quiere alzarse para recogerlo.

 - Hoy me siento pequeño al recordar la grandeza del ayer.

 - Hoy he pensado en aquél tonto aro que daba vueltas y vueltas sin saber, que en su avance, recorría siempre el mismo camino.

 - Una carga positiva en mis mil faltas negativas.

 - Abre la boca y cómeme, ahora que soy odioso.

 - Después vendrá la lluvia y mojará lo que hemos secado y también todo aquello que siempre ha estado mojado.

 - Una débil llama, como débil es el aliento que la sopla.

 - Ahonda en los demás para que veas la superficialidad que hay en ti.

 - Sabemos algo de nosotros mismos, sin menoscabar la sabiduría que envuelve el mundo.

 - En el pasado encontré la piedra filosofal, pero no pude traerla al presente. Por ello, nadie creerá nunca que me topé con dicha piedra y no encontrara la forma de traerla para enseñársela al mundo.

 - Quien no supo entender la vida, formada de grandes enigmas para él.

 - Hoy lucharemos donde antes nos amilanábamos.

 - Y todos los ríos juntos, que arrastraron y ahogaron sus penas lejos.

           

 

 

 

J. Francisco Mielgo

09/09/2024

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