La lágrima y… ¿tal vez los buenos sentimientos?
ayó una lágrima en la tierra y de ella surgió una bella cascada donde comenzaron a bañarse los duendes y demás ocultos seres del bosque. También, con cautela, llegaron todos los animales sedientos, que fueron bebiendo hasta saciarse; y nuestros variados sentimientos que aún llevamos dentro también allí llegaron, y permanecieron mirando su fría cara reflejada antes de beber del agua que tanto habían ansiado.
Era un fenómeno distinto a cuantos he observado hasta ahora. Agua tan pura, tan exenta de codicias y, sin embargo, tan tímida que a duras penas si se ve correr por entre la hierba.
Su manantial era una lágrima. Cosa extraña como la que más, teniendo en cuenta las que hasta ahora se han derramado y muy pocas dieron origen a algún reguero de buenos sentimientos o a ese dulce y suave frescor que apaga la sed de la injusticia que sigue martirizando el mundo.
© J. Francisco Mielgo 29/08/2005
23/08/2024
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