📓
e escrito un libro… o mejor pudiera decir un diario, pues escribo un poco todos los días; escribo sobre la vida, sobre mis amigos; también de mi familia, o tal vez de algún vecino; pero sobre todo escribo de mí, de mis angustias o alegrías, inquietudes o esperanzas; escribo de lo que mi corazón anhela, de lo que mi mente sueña, de extrañas visiones o de absolutas certezas.
Tengo escritas páginas blancas y también páginas negras, sólo que estas últimas no se ven, permanecen ocultas a la mirada de cualquier curioso, de cualquier entrometido y ávido lector que pueda penetrar en el interior de su intimidad. Y quizá sea esto lo mejor pues la oscuridad de las susodichas páginas impregna incluso los corazones más curtidos y correosos. Creo que, sin querer hacerlo, estoy escribiendo un libro mágico, bueno y malo a la vez, umbrío y luminoso, inofensivo a veces y peligroso otras muchas.
Yo siempre escribo en blanco, en hojas limpias e inmaculadas; pero el libro es quien arrastra mis inquietudes reflejadas allí hacia un lugar lúgubre y oscuro, hacia páginas tan negras que sólo he logrado vislumbrarlas una vez, haciendo ímprobos esfuerzos para ello y casi me cuesta la pérdida de la razón. Sí, creo que esas páginas me serán reveladas cuando abandone este mundo. Cuando muera. Sospecho que están atesoradas en él para ese fin. Pero ahí está, encerrado bajo llave, sólo lo libero para escribir en él, no quiero que permanezca ni un minuto más abierto de lo estrictamente necesario. No quiero pensar lo que ocurriría si el libro vertiese el contenido de sus oscuras páginas en el sentimiento de las personas de este mundo. A veces me pregunto qué pasaría si lo quemase, si ardieran sus páginas, blancas y negras. ¿Quedaría todo lo escrito, imborrable y eterno en sus volátiles cenizas? ¿Serían efectivas sus oscuras páginas más allá de la desconfiguración del libro primigenio?
Ahora mismo estoy escribiendo y el libro me llama y no es que pueda yo meterme en su interior sino que es él quien se adentra en mí, recorriendo mi espíritu como una luz que brilla, pues no siempre es ominosa su presencia y tal vez todo se reduzca a la contraposición de las dos grandes dualidades de este mundo: el bien y el mal. Sí, creo que para que exista un bien excelso debe haber un mal abominable. Y este libro encierra ambos conceptos. Lo que ignoro es cuál de ellos prepondera sobre el otro o hasta qué punto están igualados los equilibrios para que la balanza no se descuelgue hacia el lugar que nadie desearía. Puede que este libro sea como un misterioso imán que atrae mis energías y pensamientos negativos para libertarme de ellos, pues realmente, cuando escribo algo, quedo aliviado, sereno, limpio, casi diáfano y feliz… Si esto es así, no debería existir sólo un libro de este calibre en el mundo, debería haber muchos, cada persona con el suyo, con su paño de lágrimas que les aliviara y cicatrizara las heridas que la vida va arañando en cada uno de nosotros. Sin embargo, si este libro mágico, que no por mágico fuese bueno, con uno solo bastaría. No sé…, esto es un dilema muy complicado de dirimir y tal vez jamás alcance a despejar este interrogante.
Brilla por la noche a la luz de las estrellas como llamando a un posible escritor que siempre termino por ser yo. Suena en sus páginas al pasarlas un susurro como de viento, un quejido como de lamento. Y entonces las palabras desaparecen en la blancura de las hojas y parece no haber nada escrito en el libro sino sólo sentimientos suspirados en el roce entre mis dedos. Sé que en él está lo bueno y lo malo de lo que he sido, la tinta indeleble (que puede ser o no visible) en renglones quebradizos que son como las venas de una persona por donde corre la vida, por donde aquí corre el dictado que como un tonto ilusionado he ido escribiendo. Sin embargo, la bruma de las palabras llegará musitando un día cualquiera y me dirá lo que quiera o no quiera oír, pero que tendré que escucharlo, tendré que aceptarlo, pues ya no estaré aquí.
Mientras tanto… sigo escribiendo, en páginas blancas y negras, un poco de mi parte bondadosa y algo del lado oscuro que todos poseemos. Mientras nunca observe ese horizonte donde se unen los destinos, seguiré siempre especulando sobre este extraño libro que cada día voy escribiendo. Configurando, mientras tanto, mi camino.
Autor: J. Francisco Mielgo
17/02/2010
www.dibucuentos.com
Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.