El gato feroz
😾
n gato feroz, casualmente, un día se topó con un espejo y se asustó muchísimo al mirarse en él y comprobar que allí tenía un rival al que enfrentarse.
Dio mil respingos y bufidos. Salía huyendo y luego regresaba como enloquecido una y otra vez. El gato del espejo era muy valiente y también regresaba ante él para plantarle cara.
¡Pero a valiente no le ganaba nadie!
Armándose de valor atacó el espejo, contra el que se dio de bruces:
¡Ay!, ¡qué dolor!
El rival era muy duro y causaba un gran dolor de cabeza. Pero como a tozudo no le ganaba nadie, repitió la hazaña una y otra vez hasta que logró tirar el espejo, rompiéndolo en mil pedazos.
“¡Maldición! ¡Ahora hay mil gatos de cabeza dura que querrán luchar contra mí…!”-se dijo el gato feroz, reflejado en los pedazos.
Luego echó a correr como si le fuera en ello la vida porque, a pesar de ser feroz, no quería recibir más golpes con dolor de cabeza ni estar más tiempo en aquel lugar embrujado.
Moraleja: Enfrentarse a lo desconocido con valor es siempre un bonito síntoma de valentía; pero obcecarse en conseguir lo imposible nos dejará tan exhaustos que el abandono siempre será la salida más acertada.
J. Francisco Mielgo
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