stoy dentro de la visión de ese gran paisajista que se inspira observando el mundo; donde, en ella, rozo el horizonte con los mejores pensamientos que puedo engendrar y con mis manos voy acariciando el susurro gris del viento, mientras me sumerjo en las ideas, abstractas y claras que en la vida voy teniendo, hasta que me pierda de nuevo en el tiempo, en su enmarañado mundo de relojes de sol en noche estrellada y atollado dentro de la partitura musical del extraño sonido de su inconstancia. Escucho todo lo que quiero oír, no necesito nada más si consigo no perderme en el silencio; pienso cada motivo por el que quiero ser mejor y me gustaría estar en todas partes, y he llegado a la conclusión de que sólo puedo encontrarme a mí mismo mientras estoy escribiendo.
J. Francisco Mielgo
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