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El cielo, la flor y el hombre 

 

 

   veoeo las gruesas nubes 🌥 con sus colores de leche y ceniza que tal vez amenazan lluvia negra con la que mojar mi mirada. Veo en ellas un claro en el que giran una y otra vez unas aves que han subido muy alto, para deleitarme el momento. Y más allá surge un embriagador azul que es como un bello ojo observándome mientras yo observo. Tras el lienzo azulado del cielo aparece un negro azabache y, más lejos aún, las estrellas brillan con su largo resplandor y son capaces de consolar mi mirada, de brillar en mi mente con la luz de una cierta felicidad que hallo al quedarme soñando… tal vez al quedarme dormido… en la grandeza de esta visión, al quedarme pensando.

   Veo una hermosa flor asomando en la árida tierra del desierto, brillando con unas gotas del rocío de la noche. Veo el resplandor que subyace tras sus colores, la fresca hierba que podía tapizar su contorno, con sus árboles, los ríos y sus fuentes. Veo o tal vez noto o quizá huelo su aroma de flor solitaria y olvidada mientras se mece con el viento de los recuerdos en mis ojos grabados. Veo esa hermosa flor en cada nuevo amanecer, en cada niño que nace, en cada sonrisa que esbozamos tras haber realizado la noble acción que ha sido capaz de producirla. Ahora, si miro de nuevo, veo esa hermosa flor entre la arena, pero rodeada de las cosas más admirables. Veo al hombre y sus miserias, con su arrogancia, su codicia y con sus guerras. Veo catastróficos resultados propuestos con buenas intenciones. No sé si se nos van torciendo las cosas, pero todo está patas arriba, confuso, caótico… Quizá viniera bien una ayuda celestial de la que hace tiempo estamos olvidados, pero también seria bueno que hiciéramos algo nosotros mismos que no fuera deshacer lo que la naturaleza ha creado. Aunque tal vez no esté todo perdido y podamos y sepamos mirar al espejo de nuestro interior que nos reflejará nuestros fallos y también veremos a la persona que podíamos llegar a ser con un poco de voluntad. A lo mejor, en un futuro reflejado en la bola de cristal de nuestros sueños, tal vez podamos volver a ver el cielo azul, el agua limpia y respirar el aire que llega vestido con los colores del gran aroma de las flores.

 

 

 

 

 

J. Francisco Mielgo

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