Bendición
endice esta alma blanca que ha ganado para la tierra el beso del cielo, bendice este tierno corazón.
Ama la luz del sol, le gusta contemplar el rostro de su madre.
No ha aprendido a despreciar el polvo ni a desear el oro.
Estréchalo contra tu corazón y bendícelo.
Vino a este mundo de cien encrucijadas.
¿Por qué, entre la multitud, te eligió a ti, por qué llegó a tu puerta, por qué te preguntó el camino estrechándote en silencio la mano? Te seguirá, hablando y riendo sin que nunca recele su corazón.
Conserva su confianza, guíale por el buen camino y bendícelo.
Pon tus manos sobre su cabeza y pide en tus plegarias que, por más que las olas se levanten amenazadoras, el soplo del cielo acuda a hinchar sus velas y lo impulse hacia el puerto del reposo.
No lo olvides en tus prisas, ábrele tu corazón y bendícelo.
Rabindranath Tagore
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