Rima VII
el salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa.¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas!¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: «Levántate y anda!»
Gustavo Adolfo Bécquer
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