Rima II
aeta que voladora
cruza, arrojada al azar, sin adivinarse dónde temblando se clavará;hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde a caer volverá;gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y no sabe qué playas buscando va;luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar, ignorándose cuál de ellos el último brillará;eso soy yo, que al acaso
cruzo el mundo, sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán.
Gustavo Adolfo Bécquer
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