Dibucuentos

Publica tus cuentos y lee todo aquello publicado en dibucuentos.com

 

El rincon  Este es el rincón donde se publicarán tus cuentos y disfrutarás de sus lecturas

 

 

 

 

 

 

El duende nemoroso 

 

 

   soyoy un espíritu vetusto y sabio del aire de la tarde, del crepúsculo y de la noche veleidosa. Mi aura es dorada y refulgente, bebida reconfortante del más conspicuo orfebre que calma su sed desmedida. Brillo con la luz del poniente por entre nubes arreboladas de un rojo irisado de mil fulgores ocasionales. Entonces nace el espectáculo si se mira hacia allí, hacia aquél lejano horizonte abigarrado y hermoso. Y el verde de los bosques sube al cielo y su azul primitivo se desprende en pedacitos, empapándolo todo, sumergiéndolo de frescor y de ensueño; después cuaja en tornasoles caprichosos que bosquejan la llegada de la noche.   

   La noche hace eclosión y todos pretenden reflejarse en su estrella preferida; pero a mí nadie me ve porque estoy exento de cuerpo… y, sin embargo, existo. La noche subyugante, oscura y alegórica me enseña sus caminos y conversa a mi lado como una gran dama etérea y ancestral, sabia y reticente. Pero ella es mi báculo y mi sustento, mi regocijo y mi suerte: la morada de mis devaneos.   

   Soy un silfo (pues por este apelativo me conocen por ahí), pero no uno cualquiera sino el que exhorta o amilana, el que prodiga o usurpa, conforme a mi voluble estado de ánimo. Guárdense los recelosos y los suspicaces de mi conciencia dual, pues aunque longevo y sabio, mis bajezas rastreras poseo, que imparto con equidad desde el trono patriarcal del imperio de los duendes. ¡Y para colmo de males soy inmortal!, como el deseo de los hombres que nunca perece, pues cuando nace se escapa de ellos y se proyecta en el éter de los tiempos y pudiera decirse que por siempre ha existido allí, incrustado en la creación como una pequeña planta o una inmensa constelación.     

  Si estoy aquí o allá, si soy así o asá el culpable no es otro que el deseo que me parió conjurado y repleto de tantas y cuantas cosas de las que poseo al alcance de mi mano como quien en su desnudez sólo posee un pedacito de tela y son todos sus bienes contraídos. Si abrumo no alivio, y es todo cuanto deseo hacer, no puedo ser dispar y tener predilecciones. Búscame en el cielo de los tiempos, en la noche veleidosa y ebria de palpable oscuridad o en la tarde cálida y cristalina. Y si un día, al encontrarme, revelo mi austeridad recuerda que lo envuelvo todo, y, como el aire que se respira puede ser fecundo en fragancias o en desbordadas pestilencias, así soy yo ante los ojos del deseo, que puedo ser noble o estar envilecido.

 

 

J. Francisco Mielgo

www.dibucuentos.com

 

 

 

 

subida Subir

 

 

 

 

 

 

Creative Commons License  Privacidad de Google  Renuncia legal  Condiciones   Política de cookies  Sitemap

dibucuentos by Francisco Mielgo Santiago is licensed under a

Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.